lunes, 14 de enero de 2008

murciélago

Esa noche, consiguió que la echaran de todos los bares a donde entró y, si lo miramos con un cierto punto de objetividad, debemos reconocer que hace falta entrenamiento para eso. La verdad es que era bastante conocida por los locales nocturnos de la capital ¿Cómo no? Por las noches hace un frío de dimensiones considerables y por eso, como nunca le salió de dentro ese rollito tan gastado de pasar las veladas en familia, prefería ir a calentarse el cuerpo a sitios donde además, tenían la gentileza de servirle wisky de garrafón. También es cierto que planteado de este modo, puede parecer que ésta era una actitud que ella elegía a propósito; sus vecinos te dirían qu en realidad sólo es una pobre loca a la que le faltan uno o dos hervores. De un modo más romántico, prefiero pensar que se le escapa el gas de las buenas ideas por el agujero que dejó algún tornillo al caer.

Como decia: salió dando patadas y vomitando insultos por la puerta trasera del Rainbow (Con un poco de ayuda por parte del portero Tomasín). Ahí fuera, sin los efectos de las luces negras y rodeada de desperdicios de bar de copas-disco-pub, ya no se sentía tan fuerte ni tan valiente. Respiró hondo y se replanteó la situación. Por fín se había quedado sola del todo y buscaba a su alrededor alguna excusa para no volver a casa donde le esperaban toneladas de vajilla con desperdicios en evanzado estado de descomposición y olores que gran parte de la humanidad aún no ha descubierto.

Se reincorporó como buenamente pudo y enfiló sus pasos hacia la salida del callejón. Qué cosas ¿No? Es estas historias, todos los bares de mala caña siempre desembocan en un callejón de único sentido. Para ella, salir de ese lugar se le antojaba incluso simbólico. era el fín de la juerga y ahora tocaba descansar, dormir la mona. En la esquina lanzó un último y rencoroso vistazo al portero y tomó rumbo opuesto.

Otra vez en casa, la acidez del ambinte que se respiraba hizo que saliese a fumarse el último canuto, el de buenas noches, con la intención de no tardar en caerse rendida sin sentir la abrumadora pestilencia de los calamares de la semana anterior.- !Qué guapa es la noche en la ciudad¡.- Pensó casi en voz alta mientras expulsaba su primera calada. Deseó poder estar así para siempre.... Para siempre. Pero.¿Qué diferencia existe entre la eternidad y el simple fín? No era la primera vez que pensaba en el suicidio. Incluso, las últimas veces, resultaba tan gratuíto que era como quien se plantea qué ropa llevaría al día siguiente; pero la misma futilidad con la que uno se pone en situación de matarse es la misma que facilita pasar automáticamente a cuál sería el siguiente dibujo que describirían las volutas de humo al deslizarse de las brasas del aliñado:

Dos serpientes enroscando sus colas para terminar fundiéndose en un mortal beso de veneno, siluetas picasianas de toros pastando sobre colinas de bruma, caracolas y caballitos de mar jugueteando con un revoltoso murciélago.

Pero !Espera¡ Eso no es humo .-!Ostia¡.- Se le escapó sin pensar .-Es un murciélago de verdad.-

Lo sorprendente de la situación no era que el bicho ese estuviera irrumpiendo en sus fantasías ahumadas sin pedir permiso, es que, además, el cabrón era blanco. Era abrumadora también la forma de volar. Era revoltoso como ya he dicho, aunque algo más lento, cadencioso y rítmico que el resto de los murciélagos. Bailaba algo alocadamente, como los del grupo este, Technotronic, pero bailaba al fín y al cabo. Geni, nuestra pendenciera amiga, no pudo siquiera sorprenderse ante la extraña perspectiva que se estaba planteando frente a sus morros. Comenzó a flipar directamente: Sus ojos se quedaron clavados en el ratón alado y el resto de su cuerpo quedó colgado de sus formas cual mono de trabajo tres tallas mayor y así se quedó durante al menos veinte minutos. Dentro de la extrañez del caso, la imagen se tornó bucólica, lánguida y sobretodo, inofensiva.

Levantó la mano con el dorso en dirección al animal como queriendo decir "Huéleme, vamos ¿No ves que soy tu amiga?". De manera instantánea, como ensayado, el murciélago dejó el humo cual juguete viejo y desgastado, para ponerse a juguetear entre los dedos de Geni. Como si se estuviese adaptando a las curvas de los dedos. Después de unos minutos, ya estaba posado en el dedo índice frente a otros ojos más grande y más vidriosos que los suyos. Ambos se miraron experimentando al mismo tiempo indéntica sensación de tranquilidad. Se diría que podían confiar plenamente el uno en el otro.
-¿Puedo llevarte conmigo a casa?.- Preguntó Geni

.-Es que huele muy mal.- Contestó insolente el murciélago .- Aunque si me das algo para llenar las tripas, te acompaño mientras lo recoges todo un poco.-
Vaya.... un bicho que habla. Digamos que prefirió verlo como algo normal. Le pasaban tantas cosas raras y malas cada día, que el que un bichito blanco de ojos como canicas de basalto le pidiera como si tal cosa, que le diese algo de comer, más que sorprendente quiso verlo como un hecho entrañable, incluso bonito. Cuando le preguntó qué comía, la respuesta más lógica le hizo soltar risillas cómplices con el animal.-Sangre blanca.- Dijo. .-Leche, vamos. Como los gatitos.-

Esa noche Geni la pasó hablando de temas diversos y sobretodo divertidos mientras limpiaba toda la casa a base de bien. Cuando dieron las doce de mediodía cayeron dormidos como niños en los sofás del salón que, después de tanto tiempo, dejaban entrever su color original.

Cuando despertó, Geni aún dudaba sobre si lo pasado era cierto o no. Si lo era, ojalá volviese a pasar. Si no lo era, ojalá volviese a encontrar al camello que le vendió lo que tuvo que tomar para creer que ese animalillo se apareciese ante ella. Respiró ondo y se sintió a gusto respirando el aroma a hierba cortada del detergente por suelos, paredes y techo. Abrió los ojos y buscó al murciélago. De nada sirvió, para eso podía haberse quedado dormida.

Todo cambia, como dice la canción. Sobretodo cuando lo limpias y lo adecentas un poco. Quizá sería por eso que al principio no se dio cuenta pero, mientras más miraba, más cuenta se daba de que esa no era su casa. -¿Qué tal campeona, te encuentras mejor?- Era la voz del raton albino con alas, del murciélago de ojos redondos y negros como la noche. Geni giró la cabeza ilusionada y lo que vio, le gustó bastante pero no vió lo que esperaba ver. Eso si, el blanco predominaba por todas partes de la habitación, casí herían a esos ojitos desentrenados y recién despiertos. - Espera Geni.- Pensó para sus adentros .- Cierra los ojos y recapacita que ahora no entiendes nada.- Siguió después.

No tardó en entender que el murciélaguito era todo un señor de bata blanca que la miraba con cariño y el olor no era ese aroma que podríamos encontrar en cualquier casa limpia de campo sino, una mezcla de alcohol puro con medicamentos y papel de los que preominan en los hospitales de ciudad.

.- No me reconoces ¿Verdad?.- Volvió a preguntar. Era un señor de mediana edad con la cabeza cubierta de canas y bigotes enroscados y muy finos. -¿Sabes? Creo que vamos a tener que hacerte unas cuantas preguntas acerca de eso que te has metido. No parece heroína y sus efectos, aunque impactantes a nivel de salud, no parecen haberte causado algún tipo de daño.... Aún no sé por dónde empezar y de verdad que vamos a tener largas conversaciones tú y yo pero al menos aclárame una cosa.- Se acercó y sentándose junto a Geni en su cama, le cogió suavemente de la mano y acercándose a su oreja, le apartó el pelo y preguntó.- ¿Precisamente tenías que pincharte en el cuello? Parece que te estuvo mordisqueando un murciélago. Por cierto, muy bonita tu casa.-


Continuará

No hay comentarios: